Mi práctica artística es poliédrica: poesía, poesía visual, collage digital y aforismo. El elemento común a estas facetas que pueden parecer tan diferentes entre sí es la imagen. La imagen como concepto y el concepto como imagen, una relación pendular de lo textual a lo visual y de la reflexión a la expresión. El cuidado formal de la imagen, tanto en palabra como en píxel, es una exigencia de principio: encontrar la belleza sigue siendo para mí una aspiración prioritaria entre los distintos derroteros que ha seguido el arte.

En el collage digital mi tema predominante es el rostro humano, el retrato. Por lo general, mis composiciones constan de dos imágenes y una forma en la que se integra una de esas imágenes. Los materiales con los que compongo suelen ser imágenes de retratos pictóricos, fotografías, bustos de escultura, ilustraciones de cómic, billetes… Muchas de estas imágenes son conocidas, icónicas, por lo que hay en ocasiones un marcado guiño al arte pop. En cuanto a las formas o siluetas en las que inserto esas imágenes, pueden ser formas geométricas, marcas comerciales, letras, números y siluetas humanas, de animales o de plantas.

Como decía, trabajo con el rostro humano. El rostro me resulta algo enigmático y en la composición del collage encuentro un juego fascinante de descomposición y recomposición del rostro, un juego de desciframiento y de encriptación –el público suele también jugar a adivinar a quiénes pertenecen los rostros de estos collages-. Me expreso mediante las expresiones ajenas, recombinándolas, dando nueva vida a rostros fijos: les cambio la expresión, el gesto, les hago decir cosas distintas al surgir un rostro diferente de la mezcla. Hay aquí también un guiño a otro movimiento artístico, hay algo de arte óptico en esa mixtura de rostros y formas. El cerebro humano tiene tendencia a ver un rostro en esa composición de dos caras, tiende a ver una única mirada donde hay dos ojos de diferente procedencia. La psicología de la Gestalt aplicada al arte me interesa bastante tanto para la composición como por la recepción de las obras por parte del público.

Aunque pueda resultar paradójico, en estas composiciones ‘a lo Frankenstein’ hay un afán de belleza. Esta se manifiesta en la armonía que pretendo al encajar los rostros, en tratar de que parezcan una unidad natural, y en la cuidada selección previa de las imágenes que conjugo.

Aunque no siempre es esa belleza el objetivo, sí es cierto que el esteticismo es una de mis notas predominantes en este tipo de creación visual.

Otro aspecto que aflora en ocasiones en las composiciones son la invitación a la reflexión sobre nuestra sociedad de consumo, sobre todo con la integración de billetes, logotipos y marcas comerciales en los collages como elementos omnipresentes en nuestra cultura de la imagen que se transforman aquí en figuras que mantienen su fuerza formal, pero que diluyen parte de su significado al descontextualizar su función original.